20 sept 2012

A galopar




¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
(“Galope”, Rafael Alberti)


Pare
deixeu de plorar
que ens han declarat la guerra.
(“Pare”, Joan Manuel Serrat)


“Silent weapons for quiet wars” (“Armas silenciosas para guerras tranquilas”) es un documento de los servicios secretos de la US Navy,  fechado en Mayo de 1979, encontrado (¿descuido o despiste intencionado?) el 7 de Julio de 1986 en una fotocopiadora IBM comprada en una subasta de material militar, y publicado como anexo en el libro " Behold a pale horse " de William Cooper, en 1991. Cooper, que había denunciado el gobierno oculto en USA a través de distintas publicaciones y programas de radio, fue convenientemente asesinado en noviembre de 2001, después de predecir, entre otras cosas, que el atentado que iba a ocurrir el 11 de septiembre se le achararía a Bin Laden, pero que el culpable real era el gobierno en la sombra.

Este documento  marcó y celebró el 25 aniversario de la Tercera Guerra Mundial (1954),  llamada “Guerra tranquila", llevada a cabo utilizando armas biológicas subjetivas, calificadas de "armas silenciosas". La autoría de este “manual” permite suponer que se trata del Grupo de Bildergerg, un "club de reflexión" que reúne personas extremadamente poderosas de los mundos de las finanzas, de la economía, de la política, de las fuerzas armadas y de los servicios secretos.

El manual plantea La ingeniería social (el análisis y la automatización de una sociedad) como la puesta en relación de una gran cantidad de información y datos económicos siempre variables, es decir, un sistema ultra-rápido de tratamiento de la información necesario para ganarle a la sociedad, y predecir cuándo esta llegaría a capitular. Para ello se aplican modelos de shock económicos, capaces de predecir y manipular los comportamientos de la familia y de la sociedad, hasta llevarlos a una evaluación psicoeconómica realizada por computadoras (econometría): la sociedad se convierte entonces en un animal bien regulado bajo el control de un sofisticado sistema de contabilidad de energía social regulado por computadoras.

A la vista de los acontecimientos, tal sistema de dominación social parece haberse desplegado con total éxito, y las predicciones y métodos expuestos tan magistralmente por George Orwell en su novela “1984” están definitivamente contrastados. Tal y como defendió en su día Jean Baudrillard, la realidad habría terminado por convertirse en un simple “simulacro”, de manera que, por ejemplo,  La Guerra del Golfo como tal nunca tuvo lugar, sino un simulacro de algo más profundo y letal. Lo que vimos, retransmitido segundo a segundo, no fue sino lo que “necesariamente teníamos que ver”: una apariencia de guerra formal, aunque el enemigo y las causas oficiales de tal guerra nunca existieron.  

El aplastante triunfo del neoliberalismo y las doctrinas de Milton Friedman y los “Chicago boys”, que han acompañado a esta estrategia de dominación global,  han puesto de relieve que, esa guerra tan sumamente planificada y ejecutada con precisión comportaba, entre otras cosas, la aplicación sistemática de ciertas dosis bien administradas de terror: el aplicado en estado puro, o algunas de sus otras formas sofisticadas, como el terrorismo financiero. La demolición del último gran obstáculo, llámese Europa, o mejor dicho, el sueño de una Europa social, cultural y económica y de lo que todo ello podía representar, es el ejemplo más claro y palpable de esta variante del terror perpetrada a mayor gloria del más infame y descomunal robo de la Historia.

De manera que,  “vencido y desarmado” el ejército de ciudadanos ilusos, engañados y humillados del mundo, no queda sino esperar el advenimiento final de esa paz artificial y duradera (otro “simulacro”) para dar carpetazo a esta larga guerra que ha conseguido culminar todos sus terribles objetivos.

Pero en España, todo llega demasiado tarde… Recientemente, y en medio de las lógicas risas y aplausos que generan al Gobierno y sus diputados la aplicación de medidas terroristas contra los ciudadanos indefensos, se alzó la voz de uno de sus jóvenes vástagos para ofrecer el más abyecto corolario de su gran victoria. Así, al grito de “¡que se jodan!” esta diputada del PP nos declaraba formalmente la guerra dejando a las claras cuál es el andamiaje que soporta la ideología (¿?) de la derecha española: la miseria moral, el desprecio por los derechos humanos y el regocijo autocomplaciente de la ignorancia más recalcitrante; señas de identidad de la casposa e inculta plutocracia cañí.

La cuestión es, ¿A qué guerra nos llama ahora? En su completa y demoledora ignorancia, ¿no sabe esta señora que esa guerra ya está ganada? ¿A qué viene ahora esta declaración que no busca sino la reacción desesperada de los derrotados para así tener la prueba empírica y la razón que les faltó en su cruzada?

“Calígula”, la magistral obra de Albert Camus, constituye una de la más clarividente reflexión que se ha hecho sobre el poder. Y allí, en ese personaje grotesco, inmoral y desesperado, queda expresada la imperiosa necesidad que el poder tiene del terror: porque no es solo el instrumento más eficaz del que se sirve para establecer su dominio, sino que constituye su propia esencia, y no existe realmente ningún poder sin la aplicación del mismo. Hasta que fatalmente, el tirano en su extremo delirio reclama para sí dos cosas de sus propios súbditos:

·   El reconocimiento y la gratitud por haber recibido el martirio de manos del tirano.
·   La rebelión por hastío contra el tirano, que conlleve finalmente su eliminación, al no poder soportar su propia presencia, su propio terror, su intrínseca miseria, su hedor específico, su irracional existencia.

¿Conseguiremos reunir fuerzas suficientes para librar a los nuevos tiranos de su odioso destino? Esta parece ser ya la única salida.

Esta guerra declarada por nuestra vieja y hedionda derecha, renovada en los votos absolutos del terrorismo financiero y la manipulación mediática, es la última oportunidad para que, aquellos que aún duermen en el sueño de una sociedad “como Dios manda”, despierten del engaño y se apresten por fin a galopar: montar todos juntos a lomos del caballo cuatralbo, ese que tiene las cuatro patas blancas, como las manos blancas, limpias de sangre, y galopar y galopar por fin hasta enterrarlos en el mar

Bartolomé Nieto, miembro del Comité Científico de ATTAC-Alacant.

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