14 mar 2012

Competid, competid, malditos

Cuando oigo la palabra competitividad me pongo a temblar. Como el colesterol, lo hay bueno y malo, pero los recortes sociales y la reforma del mercado de trabajo se han justificado, precisamente, con ese buen fin: que seamos competitivos. Ahora, es la alcaldesa de Alicante (imagen) y las asociaciones empresariales los que nos convocan a un Plan de Competitividad,  los mismos que no han hecho la más mínima autocrítica por su corresponsabilidad en la crisis que vivimos ¿O es que han sido las asociaciones de los trabajadores y los partidos minoritarios los que han decidido cuánto y cómo invertir los ahorros y los impuestos de la ciudad?

Que los que nos han llevado hasta aquí sean quienes tienen la vara de mando en el Plan de Competitividad no me deja dormir. Algunas ideas anunciadas reiteran la ensoñación de que Alicante recupere la “capitalidad” - ¡qué idea más rancia¡ -, que seamos la “millor terreta del mon”  para la segunda residencia, multiplicando los pueblecito – urbanización hasta colmatar el territorio, o que seamos ciudad de servicios que puede planear su futuro al margen de lo que ocurra con la base industrial y agrícola de los municipios vecinos que nos abastecen. Parecería que somos el ombligo del mundo. Pero, ¿cómo extrañarse de tanto desvarío si los mismos que nos convocan al Plan de Competitividad festejaron los Planes Estratégicos de la Cámara y Diputación  y nada sabemos de esos planes en la ciudad?

Arruinada la CAM y las arcas públicas, el Plan parece una excusa para justificar subvenciones de la UE que engorden el bolsillo de algún inversor internacional al que enganchar los negocios de nuestra elite turístico-promotora, torpe y pedigüeña a la hora de diversificar la base exportadora. Y conociendo como conocemos su amor por los eventos y megaproyectos, me temo que nos postulen para Ciudad-Casino, que es la novedad actual.  

Tranquilos, que para que confiemos en su imparcialidad van a hacer un estudio independiente, ¿de verdad necesitan que alguien recopile informes de cosas archisabidas para comenzar a actuar? ¿Qué fue de la Ciudad de la Justicia?, ¿qué de la línea 2 del Tram?, ¿qué de la Ciudad de la Luz?, ¿qué del clúster del agua o de la salud?, ¿qué del Palacio de Congresos?, ¿qué del Parque Científico?, ¿qué de la conexión puerto-aeropuerto- RENFE? ...Todo tarde, a medias, mal o se lo llevó el viento. Repasen editoriales o las cartas de los lectores de prensa estos últimos años y tendrá el Consejo Económico y Social, gratis, los puntos fuertes y débiles de la ciudad.  
     
Además, con lo que ha caído, suena a añejo y engañoso reeditar un reto colectivo bajo el paraguas de la competitividad, aunque lo apadrine la UE. Este fue un reclamo de los ochenta, que llevó a los municipios a competir unos con otros con el señuelo del “sálvese quien pueda”, mientras se ponían las bases para que los gobiernos perdieran la batalla frente a las fuerzas del mercado. De aquella época queda un manual de buenas prácticas y agencias de desarrollo, cuya eficacia fue decayendo a medida que los ayuntamientos se fueron alejando de los ciudadanos y se identificaron con los lobbys locales, y a medida que cada ayuntamiento barrió para casa pasara lo que pasara en el municipio de al lado. 

Repasen la prensa y desempolvarán Planes en la provincia y ayuntamientos que han enmohecido en el cajón y, aún peor, Planes con actuaciones contradictorias en la frontera de municipios colindantes o que se robaban ideas unos a otros y, por tanto, fracasados. Con esta tradición, que nadie se rasgue las vestiduras por la instalación en San Juan de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, pues ya dice su alcalde que traerá empleo al pueblo, aunque no genere demanda nueva en una comarca ya saturada de universidades; lo mismo que hizo Alicante cuando propuso un macrocentro en Rabasa, aunque vaciara los comercios de San Vicente.

Mejor que no planifiquen para la “competitividad”, que es vocablo ambivalente y remite a incertidumbre y juego de ganadores y perdedores, sino para la cohesión social y territorial y para el desarrollo sostenible. Además, llevamos compitiendo en condiciones desiguales muchos años unos contra otros, carentes de cultura cooperativa y así nos va. Lo que esperamos de la Administración es que  convoque a la ciudadanía para ver cómo contribuimos, con nuestros propios medios, a la extensión de la seguridad, la igualdad y la democracia económica; a que los visitantes se admiren por la calidad de vida de los barrios populares; a que compartamos con las comarcas vecinas costes y beneficios por la localización de la actividad económica y residencial; y a activar la prevención frente al deterioro ambiental o la dependencia externa del suministro energético, alimentario y de prestaciones básicas. A ese plan, difícil, pero endógeno, sí me apunto.   


Clemente Hernández 

Profesor de Economía. Coordinador de Attac-Alacant
Artículo publicado en el diario Información de Alicante el 13 de marzo de 2012
Fuente de la imagen diario Información

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